Los mecanismos de defensa son como trucos mentales que usamos (sin darnos cuenta) para protegernos de emociones o pensamientos que nos incomodan, nos duelen o que simplemente no queremos enfrentar. Son parte del inconsciente y nos ayudan a lidiar con la ansiedad, el estrés o situaciones difíciles.
Estos incluyen:
1. Represión: Es cuando el cerebro "esconde" recuerdos o pensamientos dolorosos. No es que los olvides a propósito, sino que los manda al fondo del inconsciente para que no molesten.
2. Negación: Aquí simplemente te niegas a aceptar la realidad. Por ejemplo, alguien recibe una mala noticia y actúa como si no pasara nada.
3. Proyección: Es cuando le echas la culpa a los demás por lo que en realidad sientes tú. Si estás enojado pero no lo quieres aceptar, puedes decir que los demás están de malas contigo.
4. Desplazamiento: Canalizas emociones hacia alguien o algo que no tiene la culpa. Como cuando estás furioso con tu jefe, pero le gritas a tu perro o a tu familia.
5. Racionalización: Justificas algo que hiciste o sentiste con razones que suenan lógicas, aunque en el fondo no lo sean tanto. Es como armarse una excusa bonita para no sentirse mal.
6. Formación reactiva: Haces lo opuesto de lo que realmente sientes porque esos sentimientos te generan culpa o ansiedad. Por ejemplo, tratar con extrema amabilidad a alguien que en realidad no soportas.
7. Sublimación: Este es de los mecanismos más “sanos”. Transformas emociones intensas (como ira o deseo) en algo aceptado socialmente, como hacer arte, deporte o escribir.
8. Regresión: Vuelves a comportamientos de etapas más infantiles cuando no sabes cómo lidiar con algo. Como cuando un adulto llora desconsoladamente o se pone caprichoso.
Los mecanismos de defensa no son malos, de hecho, todos los usamos alguna vez. El problema aparece cuando se usan tanto que ya no te permiten ver las cosas como realmente son o enfrentar lo que necesitas trabajar.
Comentarios
Publicar un comentario